
La relación entre Estados Unidos y nuestro país se paralizó ante la ineptitud (y la guerra innecesaria) de la pasada administración americana, aunada a una agenda internacional fallida de reforma migratoria. Mientras tanto un problema común no fue tratado desde el enfoque de su problemática binacional: el narcotráfico. El costo de esta negligencia de ambos lados de la frontera: 6, 290 asesinatos durante 2008 y mil en las primeras semanas de 2009. La capacidad bélica de los narcotraficantes encuentra sustento en el mercado de armas no regulado de EEUU, desde el cual según la PGR se consiguen armas como lanza granadas, metralletas antiaéreas y armas calibre 50 (apodadas “mata policías”, ya que perforan por cualquier blindaje). Según datos de la Procuraduría pasan en promedio 2000 armas por la frontera norte al día, siendo “Los Zetas” los principales compradores. El 90% de las armas decomisadas vienen de Estados Unidos. Y todo se sustenta en un mercado gringo que le genera a los cárteles entre $8 mil y $24 mil millones de dólares anuales. La pasada visita de Hillary Clinton (en la que admitió la responsabilidad del lado del consumo) abre la posibilidad de abordar el problema conjuntamente, lo que se perfila ahora como la única alternativa para obtener resultados de esta guerra. Esta semana el gobierno gringo publicará su nueva política hacia la seguridad fronteriza. Es un tema que estas elecciones no podemos ignorar como electorado y debemos exigir las propuestas partidistas ante este tema. Debemos responsabilizarnos como ciudadanía y asegurarnos que se aborden temas como la corrupción de nuestras policías y el tráfico de armas
.