 
 Si a cualquiera le preguntásemos sobre qué es el estado es muy probable que nos respondería lo siguiente: es el aparato de gobierno, el territorio y la población dentro de éste. Esa es la definición más extendida del Estado nación nacido de la Revolución Francesa. Sin embargo la vida democrática actual no debe limitarse a aquellos tres elementos. El modelo democrático occidental tiene dos orígenes históricos: el representativo y el participativo. El participativo proviene de la polis griega en la que el ciudadano ocupaba cargos públicos de manera directa sin partidos de por medio. La tradición representativa nace con el Imperio Romano. Su gran extensión llevó a la necesidad de crear representantes para encargarse de lo público, el famoso Senado. Pero volviendo a la definición del Estado la más reciente definición menciona a tres actores: el mercado, el aparato gubernamental y la sociedad civil. El Estado es compuesto por estas tres partes que intervienen en lo público como iguales. Los gobiernos de las democracias más modernas y operantes cuentan con una sociedad civil que reconocen y apoyan (con recursos públicos). La sociedad civil organizada se encarga de monitorear y evaluar las políticas públicas y a su vez se encargan de intervenir en diferentes ámbitos de la vida pública, desde la atención a grupos vulnerables hasta la defensa de causas ambientales. En México hace falta mayor presencia de este sector, en parte por su falta propia de organización y el escepticismo de la clase política a ceder sobre su control monopólico de lo público. Sin embargo una democracia consolidada se fortalece de tener una sociedad civil organizada participativa. Buena parte del cortoplacismo inherente a la clase política mexicana puede superarse con la participación ciudadana. Así se lograría promover realmente una agenda que busque atender problemas al largo plazo como el cambio climático. Buena parte de las medidas tomadas por el actual gobierno francés para alcanzar la sustentabilidad de sus edificios han sido armadas y evaluadas por diferentes organizaciones de la sociedad civil dedicadas a la conservación del medio ambiente. Así los dos orígenes históricos se fusionan en los modelos democráticos más consolidados: la representatividad, gubernamental, comparte la tarea de cogobernar con la participación de la ciudadanía. Esa es la gran diferencia entre una democracia a medias tintas como la nuestra y las más modernas.
 
 

 
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